Quiero ser contundente:
Te amo,
siempre te amé…
Hay muchas formas de decirlo,
y muchas en las que quisieras escucharlo
que seguramente no diré
(por ignorancia o insesibilidad):
Podría mirar al pasado:
y casi impúdico, reconocer que
con vos di mi primer beso verdadero,
que nunca tuve tantas ganas de volver o de no ir,
de donde estuviera
o a donde fuera
sólo para no perderme un instante de vos,
sólo para verte
o para no dejar de verte.
O imaginar la ausencia probable:
Y entonces aceptar que
si decidís no venir,
cualquier otra relación será simplemente
resignación
algo menor y pequeño
un agujero, una pérdida, un dolor, una insignificancia,
o en el mejor de los casos una insatisfacción constante.
O repetirme y repetirme y repetirme y repetirme y repetirme…,
como en un diálogo de sordos, a gritos (que probablemente no escuches):
enterremos ESTOS RECUERDOS TRISTES
ignoremos EL RENCOR,
conjuremos EL DOLOR...
Lamentablemente (para mi)
Con ninguna de estas formas
siquiera te rozo…
con lo cual
vuelvo sobre lo atemporal,
(quizás gastado por el uso)
pero contundente:
TE AMO
(sin faltar un día)
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