Sudor

Cuando las astillas
de tu piel
saltan y enamoran
mi nariz,

mis ojos
sólo necesitan oscuridad
(… para imaginarte).

Cuando los cristales
de tu sien
golpean y se derraman
sobre mi ser,

los aromas,
pecan de obscenidad
(… y gris se vuelve el aire)

pero,

Cuando mi lengua,
al fin,
resuelta y gozosa,
sepa a miel

entonces si,
quedaré condenado
(… como todos los amantes)

y desde ese día,
¡Ay de mí!
para siempre en adelante,
y en todo lugar

te encontraré,
cuando arrecie la soledad
(…junto a mi)


23 de febrero de 2003

Obsesion

(para Sofía y Pedro)


Un día, sin darme cuenta
con la fuerza de la gravedad
te depositaste sobre mi,

como el polvo, sin que te vea,
irremediable en tu terquedad,
ligera, invasora y sutil.

¿Como inicié este sendero vil?
No lo se,
pero estoy seguro de que
ya no me dejarás,

subes y bajas,
entras y sales,
aunque finalmente estás,
(implacable como el óxido).

Por ahora adormecido,
puedo esconderte en mi intimidad,
paseándote desde un salón
en mi ventrículo derecho,
hasta un oscuro rincón de mi colon,

pero se que al despegar en un avión,
pensando en Pedro, pensando en Sofía,
viviendo prestado,
en un día más allá de este día,

renacerás más fuerte,
cebada por mi amor
serás bestia de mil soledades,
sanguijuela sedienta de alegrías,

y el miedo me paralizará,
y entonces ya no sabré
quien duerme a quien,
quien esconde a quien,

cuando sólo en ti pueda pensar,
cuando inundado el cerebro te diga sí,
¡espero que llegues con la muerte!,
porque eres muerte…

hasta que la muerte nos una,
para siempre…